domingo, junio 12, 2011

Cuadernillo

Ordenaré mis estantes, cada cuaderno, cada libro, cada borrador, cada palabra. Dejaré las comprenhensibles, las que dicen, las que son eternas. También ordenaré los documentos, los que cuentan números en vez de versos. El comer es tan importante cuanto el pensar. El pensar es tan visceral cuanto el comer (aunque pocos lo asuman así). Escribiré con detalle a cada hijo, a cada alma, a cada uno de esos sujetos que conforman mi sociedad más intima. Los textos serán precisos, serán más cortos que largos, serán esenciales y cada punto final será un instante de plenitud. A mi marido, no le escribiré nada, basta con todo eso que sabemos cuando nuestros ojos se encuentran. La palabra, entre nosotros, sobra, como sobran los relojes y los álbumes de fotografía. A mis padres les enviaré mis recuerdos hechos versos, omitiré las llagas de mi poesía y haré un cuadernillo de felicidades, de estas que brillan en la arena, al lado de las conchas. (El mar nunca defrauda, siempre tiene un puñado de alegrías que entregar). Escribiré también al mar, o mejor dicho, escribiré como si el fuera mío. O mejor aún: haré un manifiesto declarando que él es mío.

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